Billy Wilder es sin duda uno de los directores más versátiles, técnicamente impecables e influyentes de Hollywood a partir de los años cuarenta, dirigiendo desde icónicas comedias hasta películas fundacionales del cine noir norteamericano. Centro Arte Alameda celebra su natalicio n°119 con el ciclo Clásicos de Matiné del mes de junio.
Nacido al interior del Imperio Austro-Húngaro, sus primeros pasos en el cine los dio en Berlín, como joven guionista, y muy pronto debió huir del nazismo, lo que le llevó a instalarse en Hollywood. Allí se convertiría en uno de los directores más importantes de esta industria cinematográfica, dejando una indeleble influencia, cinco décadas de trabajo y un reconocimiento que incluye seis premios Óscar.
En este ciclo visitaremos algunas de sus películas más importantes, tanto en el ámbito cómico como en el cine noir, un genéro que Wilder potenció en Hollywood, con su meticulosa dirección, femme fatales, suspenso, e historias criminales. Emblemática de esta estética es Double Indemnity (1944), un clásico que cementó las características del cine noir y arrasó en la crítica y taquilla.
La maestría de Wilder en este estilo se desarrollaría también con Sunset Boulevard (1950), una historia que sitúa su drama al interior de la industria cinematográfica, protagonizada por una antigua estrella del cine mudo (con una genial interpretación de Gloria Swanson) que busca recuperar la relevancia de la mano de un ambicioso guionista (Willian Holding).
Basada en una novela de Agatha Christie, y con toques de oscura comedia, Witness for the prosecutor (1957) es también parte del ciclo, destacando por las actuaciones de Marlene Dietrich, Tyrone Power y Charles Laughton, y la trama conducida por la intriga judicial en la defensa de un hombre acusado de asesinato.
No podían estar fuera los clásicos en que Bill Wilder exploró la comedia. Partiendo por su primera colaboración con Jack Lemmon, en un dúo inolvidable junto a Tony Curtis en la cinta que catapultó a la fama a Marilyn Monroe: Some Like it Hot (1959). Poco después llegaría El apartamento (1960), considerada por muchos como la mejor comedia romántica de todos los tiempos, con Jack Lemmon y Shirley MacLaine.
Un ciclo imperdible para los amantes del cine, de la mano de un gran director cuya huella impacta a los realizadores hasta hoy, con una arquitectura cinematográfica cuidadosa recubierta de gran fluidez, imágenes en que nada sobra para construir la historia y mantener al espectador dentro de su narrativa.
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